"A menudo olvidamos que el tiempo es un raíl por el que debe circular el tren de la felicidad."

-Allan Percy

dimarts, 9 de juny del 2015

El acantilado

Viajando de aquí para allá acabo por terminar siempre en el mismo sitio... el acantilado.
No es un acantilado cualquiera, es ése sólo ése, dónde cuando peor he estado ha sido donde mejor me he sentido, y es que acudo a él en cualquier momento, sintiéndome arropada por las caricias del mar, acariciada por esa luz vacilante que decae poco a poco, despidiéndose despacio haciendo más llevadera su efímera fuga. Puedo sentir la humedad de la yerba donde me encuentro sentada, las piedras estratégicamente colocadas cual obra de ingeniería, el vértigo al estar al abismo del todo y la nada (o viceversa, según tu consideres).
Mis ojos maravillados por la belleza del momento, por el consolidado contraste entre el verde y el azul intenso que todo envuelve, los inseparables les llaman; nacieron, viven y morirán juntos, siempre formando parte de ese todo indivisible. Puedo sentir la paz, la tranquilidad apoderarse de mi, como si esas caricias vinieran con mensajes delicadamente escogidos para abrazarme y besarme, reconfortándome, sintiéndome parte de la nada y a la vez pequeña parte del todo.
El acantilado, donde recurro en cualquier momento para tomar un respiro, para meditar, reflexionar,... soñar. Y es que aunque ése lugar exista, aunque exista ese momento en algún paso de mi camino, sólo hay una manera para que sea completamente y exclusivamente mío,... Cierro los ojos, pongo ésa musica y dejo que los recuerdos me lleven en mi acantilado, donde todo pasa, se solidifica o se esfuma, lejos de ése tictac traicionero.


Cierra los ojos y viaja, recuerda,... sueña. 

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